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LA ESENCIA NO SE DEBE PERDER “Claro que soy venezolano y con mucho orgullo”




¿Tú eres venezolano? Usualmente esta pregunta me la han hecho en muchas oportunidades por las calles donde he transitado aquí en Piura, Perú desde hace un año. Para ser exacto desde el 27 de abril del 2018, fecha la cual pisé este territorio.

La respuesta indudablemente es enfática: “claro que soy venezolano y con mucho orgullo”. Y es precisamente la esencia de esta frase la que no debemos perder. Porque se refiere a la identidad, a tu sentir, a tus frases comunes al hablar, al tricolor que te representa, a ese sabor único de nuestro pabellón criollo, a esa música con arpa, cuatro y maracas que nos mueve el piso cuando estamos lejos, a esos equipos de pelota que nos generan emoción en sus partidos (Caracas, Magallanes, Caribes, etc.); y principalmente a la cordialidad y a esas normas de cortesía y de educación que parecieran destacarnos en nuestra relación con la gente de otras nacionalidades.

Al venezolano en otra nación, lo hace sobresaliente, características típicas y simples las cuales forman parte de nuestra cultura y formación. Y es que cuando salimos y visitamos otros países es que nos damos cuenta de esta situación.

Los buenos días, las buenas tardes, las buenas noches, lass gracias, el por favor, el hola cómo estás, el hasta mañana, son expresiones que aunque parezcan muy comunes y generales nos identifican. Y sobre todo con la intencionalidad con la que exteriorizamos estas frases. Con una carga positiva, alegre, cortés, optimista y con fuerza emocional y buena vibra.

Según mi experiencia aquí en Perú, he escuchado comentarios de nativos de esta tierra, que favorecen al venezolano por su manera de relacionarse con los demás y de comunicarse acertadamente. Importante destacar por ejemplo, cuando un venezolano (a) está como vendedor en un negocio, su impactante sonrisa y su agradable atención al público se diferencia de los demás vendedores. Y conste que no lo digo yo, lo dicen los peruanos.

Unido a esto, la simpatía y belleza de nuestras mujeres criollas. La fama femenina por sus atributos físicos y su inteligencia, es impresionante.  Sin embargo, no todas las damas saben aprovechar estas ventajas para cosas buenas. Se van por el camino de la lujuria y la sexualidad desbordada, muchas veces desdibujando las virtudes por las cuales somos reconocidos los venezolanos. Pero este es tema de otro artículo.

Lo que me ocupa en este artículo, es poder transmitirles cómo preservando nuestros valores, cultura, tradiciones y pensamiento como venezolanos en otros países, logramos mejorar y habilitar cambios que nos conduzcan a ser reconocidos y a ascender laboralmente, como personas y como ciudadanos.

DAR EL EJEMPLO

En conversaciones reflexivas con amigos venezolanos, un domingo por la tarde, surgieron muchas ideas. Entre ellas destacamos, que con nuestra actitud y cortés comportamiento podemos enseñar.

Me contaba el hermano de mi amiga Gloria, que todos los días cuando llegaba muy temprano, a eso de las 6 de la mañana, a la empresa de transporte donde trabaja acá en Piura, saludaba con los buenos días a sus compañeros peruanos de labores que se encontraban allí y ninguno respondía al saludo. Lo miraban extraño. Cual persona de otro país. Lógico que era de otro país, pero no era la respuesta adecuada.

Con el pasar de los días, algunos de sus compañeros empezaron a responderle a los buenos días. Inclusive hasta su jefe, comenta, le decía: buenos días chamo, cómo está. Esto producto de la repetición de su conducta diaria. Es decir que había un aprendizaje diario. El pana venezolano hermano de Gloria, dio el ejemplo.

OTRO CASO

Luis un amigo venezolano de Maracay, estado Aragua, me confesó que tuvo que renunciar a su trabajo por presiones y rivalidad de un peruano.

El confiesa que fue nombrado supervisor de un área en la empresa y que todo el personal a su cargo de nacionalidad peruana, estaba ganado a trabajar con él por su buen trato, amabilidad, respeto y simpatía con ellos. No obstante, uno de los trabajadores era el que lo adversaba y cuestionaba en la mayoría de sus decisiones. El acoso del trabajador peruano hacia él fue tal, que Luis prefirió renunciar al cargo para evitar problemas.

Concluye Luis manifestándome, que el trabajador peruano que le hizo la guerra dentro de la empresa, lo envidiaba por él contar con una muy buena relación con su personal debido al buen trato. Cosa que el amigo peruano se sentía incapacitado de hacer.

Es por esto, que ningún venezolano debe perder su esencia, porque es muy probable que esas características que nos identifican como cultura venezolana, nos sirven para dar avances significativos en positivo hacia las cosas que deseamos y que nos gustan para vivir en plenitud.

No somos colombianos, ecuatorianos, peruanos, franceses, canadienses, chinos, estadounidenses, africanos, brasileños, argentinos, italianos, españoles…. pero si somos venezolanos en cualquier lugar del mundo.


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